
Mercedes Molina de Ayala, nace en Baba, el 20 de Febrero de 1828, para entonces Departamento de Guayaquil, es la cuarta hija del hogar de Don Miguel Molina y Arbeláez y de la Sra. Rosa de Ayala y Olvera, familia adinerada, propietaria de grandes extensiones de terreno con plantaciones de cacao y frutos tropicales, leáse “Hacienda Guayabo”. Recibe las aguas Bautismales en la ciudad de Pueblo Viejo, el 5 de marzo del mismo año de su nacimiento y su Primera Comunión como su Confirmación la recibe de manos de Mons. Francisco Javier de Garaicoa, un 19 de Mayo de 1839.
Su respetable madre luego de quedar viuda mientras Mercedes tenía tan solo dos añitos, se consagra totalmente al cuidado de sus hijos, les enseña a ser firmes en sus buenos propósitos, la praxis de la justicia y la solidaridad, a que siempre en sus labios habite la verdad, “Merceditas, niña de nada común belleza, de un hogar respaldado por apreciable fortuna, era modelo de singulares Virtudes”.
Cerca de cumplir 13 años, era entonces una bella jovencita que atraía poderosamente a muchos gentiles galanes que rondaban su casa con pretensiones amorosas, pero penosa coincidencia, también muere Doña Rosa, año 1841. Mercedes pierde a su Madre, es indecible el dolor amargado y profundo que entonces agobia su tierno corazón.
Quedaba huérfana de Padre y Madre, en compañía de sus hermanos, María Y Miguel Molina de Ayala. Entonces en 1849, cuando acababa de cumplir veintiún años, renuncia a un brillante matrimonio, y al frente de un asilo de huérfanos se dedica a la acción social y evangélica. Entonces reparte todos los bienes que había heredado de sus padres, quienes provenían de una familia con suficiente dinero como para heredarle no solo éste sino una invaluable educación no solo intelectual pero artística.
La Beata Mercedes de Jesús Molina, es la Fundadora del Primer Instituto Religioso en la Iglesia de Ecuador, el Instituto de “Hermanas de Mariana de Jesús”, nombre de su elección por haber asumido desde su juventud, la espiritualidad de la Santa ecuatoriana. La Fundación se realiza en la ciudad de Riobamba el 14 de abril de 1873.

Mercedes de Jesús Molina es pionera en la educación de la mujer pues a inicios del siglo XX las escuelas destinadas a la educación de la mujer eran casi desconocidas, la educación era privilegio de los varones y de las clases adineradas, se pagaban maestros e institutrices que les enseñaban a domicilio. En definitiva, es la mujer genial que abre camino en un lugar geográfico y en un momento histórico en los que nadie, por entonces pensaba en ello.
Es la creadora de su propia Pedagogía basada en el método directo, práctico e integral, interpersonal y grupal. Tiene metas claras, concretas y precisas; su preocupación constante no fue elaborar metas teóricas sino prácticas, caracterizadas por una acción directa, personal, interpersonal, individualizada, oportuna, persistente y maternal. Siempre ecuánime y serena, amable y accesible, firme y segura, respetuosa, con gran capacidad de comunión, diálogo y sencillez.

Así transcurre la vida de Mercedes de Jesús entre ilusión juvenil y entrega total a Dios, entre una profunda experiencia de orfandad temprana que se ve reflejada en sus obras y votos de virginidad perpetua tomando el camino del sacrificio, la bondad, la oración y la meditación. Y así continuó llevando una vida ejemplar, de amor al prójimo y de sacrificio hasta el heroísmo, y debido al ayuno y la penitencia, su cuerpo se fue debilitando poco a poco hasta que la muerte la sorprendió, en olor a santidad, el 12 de junio de 1883.
El 8 de febrero de 1946, Su Santidad el Papa Pío XII decretó la introducción de la causa de su beatificación, y el 27 de noviembre de 1981, el Papa Juan Pablo II expidió el Decreto sobre las Virtudes Heroicas y le dio el título de Venerable. Cuatro años más tarde, el 1 de febrero de 1985, “La Rosa del Guayas” fue beatificada durante la visita pastoral que el Santo Padre realizó a la ciudad de Guayaquil.
Sus restos descansan en la ciudad de Riobamba, en la misma casa donde fundó la Congregación de las Marianitas. Seamos misericordiosas, allá donde haya dolor humano!
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